La Plaza de Cairasco y el Gabinete Literario constituyen verdaderos símbolos de la conformación de una sociedad culta en la ciudad
Una de las imágenes más icónicas de Las Palmas de Gran Canaria es también, sin duda, una postal con un indiscutible fondo cultural. El Gabinete Literario es un imponente edificio diseñado en 1919 por los arquitectos Fernando Navarro y Rafael Massanet: un Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural desde el año 1985, que epata al visitante y emociona al isleño por la belleza de su planta. Las dos torres coronadas con cúpulas, los amplios ventanales y una hermosa fachada, que lo etiquetan como una de las representaciones más paradigmáticas del modernismo canario, hacen de este inmueble un verdadero tesoro patrimonial de la ciudad.
Su ubicación es, igualmente, un permanente recordatorio de la eclosión cultural de la capital grancanaria. Entre otras cosas, porque el Gabinete se ubica en la Plaza de Cairasco de Figueroa. Esto es, un homenaje a uno de los fundadores de la literatura canaria en el Siglo XVI. En efecto, Bartolomé Cairasco de Figueroa, nacido en la ciudad en 1538 (cuando la incipiente urbe, fundada en 1478, aún no cumplía un siglo de vida), destacó como poeta, dramaturgo y músico, siendo un autor reconocido en la escena de su tiempo, e incorporando elementos de la cultura canaria a su producción.
Cairasco vivió de manera intensa su época llegando a participar en la defensa de la capital de Gran Canaria del asalto del inglés Drake y negociando con otro corsario, Pieter Van der Does, la recuperación de una población que fue arrasada en el asalto del holandés. Llegó a ser prior de la Catedral de la Plaza de Santa Ana (en donde fue enterrado, en su capilla de Santa Catalina), Contador Mayor del Cabildo insular y un referente de la vida política, civil y literaria de la joven ciudad. Organizó tertulias literarias y escribió con una conciencia verdaderamente canaria, asumiendo en su obra la figura del aborigen isleño y los paisajes y escenarios de su tierra.
Hoy, Bartolomé Cairasco de Figueroa continúa disfrutando del día a día de Las Palmas de Gran Canaria: su busto, firmado por Paolo Triscornia di Ferdinando en 1894, se ubica justo como antesala a la fachada del Gabinete, rodeado de un pequeño jardín circular y en un entorno de gran tránsito urbano.
Su plaza está justo del lado del barranco del Guiniguada en el que la capital grancanaria buscó su primera expansión, hacia la Calle Mayor de Triana y su barrio, de fuerte acento modernista en su arquitectura. El mismo que tan bien encarna el edificio del Gabinete, que originalmente se levantó a partir del plan formulado por el arquitecto López Echegarreta en 1883. En sus orígenes fue teatro: el Cairasco, para más señas, hasta que el recinto se quedó pequeño para una sociedad local ávida de nuevos equipamientos culturales. Y acostumbrada a estar conectada a las tendencias y vanguardias del continente por el tránsito regular de artistas en sus travesías entre Europa y América, y el paso constante de comerciantes y viajeros de gustos elevados.
Así surgió la necesidad de un nuevo coliseo, que se ubicó junto al mar bajo la denominación original de Tirso de Molina, y que desde comienzos del Siglo XX adquirió el nombre del escritor natural de Las Palmas de Gran Canaria Benito Pérez Galdós. Es decir, el actual Teatro Pérez Galdós.
Antes, en 1844, fue fundada la sociedad del Gabinete Literario de Fomento y de Recreo de Las Palmas. En un principio, ocupó una de las estancias dentro del Teatro Cairasco. Luego, asumió la propiedad del inmueble e impulsaría con los años la reforma ideada en lo arquitectónico por Navarro y Massanet. Hoy, el Gabinete Literario sigue funcionando como tal, una sociedad sin ánimo de lucro que continúa dinamizando la vida cultural de su entorno, con la impronta de un verdadero símbolo.
Mención aparte merecen los interiores del Gabinete, toda una manifestación de la decoración modernista más cuidada y otro de los tesoros patrimoniales de la capital grancanaria. Sus salones, su colección pictórica, sus majestuosas escaleras centrales y su sabor de otro tiempo incluso han llamado la atención de destacadas producciones cinematográficas y de series de televisión, que han rodado en sus estancias en diferentes ocasiones.
Pero volviendo a la iniciativa de la creación de la propia sociedad, se debe recordar que este fue un impulso de la burguesía local y los extranjeros asentados en la Isla, que tuvo como primer presidente al inglés Robert Houghton-Houghton Warrand. O, como se le conocía en el lugar, Roberto Houghton, cuyos orígenes dan pistas sobre la enorme influencia que ejercieron los británicos en la conformación de la sociedad isleña en este periodo histórico. Houghton fue vicecónsul británico en Gran Canaria y agente de la consignataria Lloyd’s, como hombre de negocios dedicado al comercio de la cochinilla. Pero también un fiel representante de los gustos e inclinaciones burguesas, que necesitaban de una institución como él mismo contribuyó a poner en marcha.
El actual Gabinete Literario de Las Palmas fue, ciertamente, un motor cultural imprescindible para comprender el crecimiento de estas inquietudes en la ciudad. Desde el comienzo se alejó de convertirse en una mera institución recreativa para fomentar el desarrollo artístico, cultural y científico, en la línea de las corrientes cultas y de pensamiento del momento. Sin el Gabinete es imposible comprender la actual Las Palmas de Gran Canaria, pero es que sin su imagen y el encanto que conserva su ubicación, la Plaza de Cairasco, es inimaginable no concebir a la propia capital grancanaria como una verdadera singularidad en el amplio espectro de la cultura atlántica.