La singularidad de la arquitectura neocanaria en Las Palmas de Gran Canaria
29 / 08 / 2024
Folclore, tradición, patrimonio cultural

Los hermanos Néstor y Miguel artín-Fernández de la Torre reformularon el concepto del diseño urbanístico tradicional a comienzos del Siglo XX: su legado permanece a la vista en la capital grancanaria, en enclaves arquitectónicos como el Hotel Santa Catalina, el Pueblo Canario o la Casa del Turismo

Las Palmas de Gran Canaria puede presumir entre sus atractivos culturales de lucir una riqueza de estilos arquitectónicos ciertamente única. Desde las construcciones características de la ciudad tradicional (que datan los siglos XV o XVI) y la disposición urbanística del barrio de Vegueta (que anticiparía la organización de los nuevos asentamientos en América), hasta corrientes contemporáneas y modernas que incluyen el modernismo, el racionalismo o el desarrollismo, todas esas concepciones de las edificaciones urbanas han dejado huella en la ciudad. También los elementos tradicionales como los balcones canarios o los vanguardistas diseños del Siglo XXI: la capital grancanaria es, desde esta perspectiva, un auténtico parque temático para el amante de la arquitectura y su evolución a lo largo del tiempo.

En este contexto, no resulta extraño que hayan surgido singularidades que permanecen en el legado urbanístico de la urbe. Una a destacar, sin duda, es la que se relaciona con el denominado estilo neocanario. En realidad, este responde a la planificación y ejecución de un puñado muy concreto de construcciones en el corazón de la ciudad, con una autoría bien identificada y con la vocación original de redimensionar el concepto de lo típico en Canarias.

Esta peculiaridad arquitectónica se debe a los hermanos Martín-Fernández de la Torre, nacidos y criados en Las Palmas de Gran Canaria. Por un lado, Néstor, el pintor (1887-1938): un hombre viajado, culto y creador efervescente. Su dominio del color y las formas le han convertido en uno de los mayores representantes del simbolismo y el modernismo en el panorama nacional, y en un artista con una gran reputación en Europa. Por otro lado, está su hermano pequeño, Miguel (1894-1980): un arquitecto formado en Madrid, en donde llegó a trabajar para Secundino Zuazo. También, un profesional hiperactivo que llegó a firmar más de un millar de proyectos oficiales y privados (buena parte de ellos, catalogados como arquitectura racionalista), y que desarrolló parte del planeamiento y expansión de la ciudad del Siglo XX (como el desarrollo urbanístico del barrio de Alcaravaneras).

Este binomio le concedió al estilo neocanario, que ya venía bosquejándose desde comienzos del Siglo XX, una dimensión relevante en la capital grancanaria. Especialmente, desde que en 1937 Néstor retratara en sus acuarelas su visión del Pueblo Canario, en el que redefinía las construcciones costumbristas canarias para proponer un complejo arquitectónico en pleno Parque Doramas, junto al Hotel Santa Catalina. Néstor veía que ese podía ser el lugar para instalar un centro de exposiciones permanente enfocado a la vista de turistas y viajeros. Miguel interviene en ese punto para presentar un proyecto de cierta enjundia arquitectónica al Ayuntamiento.

El Consistorio aceptó la idea… en un periodo convulso (la Guerra Civil) y con un futuro inmediato pleno de incertidumbres económicas. El plan de los hermanos, en permanente evolución hasta los años cincuenta, incluyó la integración de la vieja ermita, la disposición de terrazas y locales y una pinacoteca dedicada a la obra de Néstor, fallecido en 1938 (el Museo Néstor). En 1956, tras un prolijo proceso de ejecución de las obras, el Pueblo Canario abría sus puertas. Desde entonces, y con los necesarios paréntesis para su rehabilitación y actualización, este recinto recibe a los turistas (en los días festivos, con actuaciones de grupos folklóricos) y ofrece a la ciudadanía un rincón reposado en pleno corazón urbano.

Justo al lado, los dos hermanos también dejaron su huella en el rescate del Hotel Santa Catalina original: un establecimiento abierto en 1890 al más puro estilo británico con un diseño del prestigioso arquitecto escocés James Marjoribanks Maclaren, autor de varios edificios en Londres y diferentes localidades en Escocia. El hotel cerraría en 1914, año marcado por el inicio de la I Guerra Mundial, que impactó gravemente a la economía isleña (con una fuerte dependencia del comercio británico). Luego sería demolido.

Miguel Martín-Fernández de la Torre asumiría en 1947 un nuevo proyecto arquitectónico, por iniciativa del Mando Económico de Canarias y el Ayuntamiento, titular del espacio. Lo hizo incluyendo las ideas que años atrás dejó su hermano Néstor, elevando el estilo neocanario a su máxima expresión. El Santa Catalina reabrió en 1952 y, tras una ambiciosa rehabilitación en el Siglo XXI, ya ha cumplido los 125 años de historia. Hoy es un hotel de cinco estrellas que magnifica la historia de la capital grancanaria.

Los hermanos Martín Fernández De la Torre aún dejaron su sello en una tercera construcción, en el Parque Santa Catalina: la actual Casa del Turismo, edificada en 1944. El inmueble, firmado por Miguel, en la línea del nuevo tipismo proyectado por Néstor, ha acogido desde su apertura a la Junta Provincial de Turismo, la Delegación del Ministerio de Información y Turismo y la Dirección Provincial del Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. En el Siglo XXI ha pasado a consolidarse como un activo punto de información turística y sede de la sociedad municipal Turismo LPA.